Vicente Ruiz, ‘El Soro’

1962
Torero

UN REVOLUCIONARIO DE LAS BANDERILLAS

VICENTE AGUDO

Jefe de la sección de Local de LAS PROVINCIAS

Llegó a tocar el cielo del éxito y se hundió bajo arenas movedizas. Vicente Ruiz, ‘El Soro’, sabe lo que es llevarse trofeos de las mejores plazas de toros de España y América, pero también conoce el dolor atroz de verse postrado en una silla con la rodilla destrozada. Su tesón le ha conducido ahora a hacer realidad un imposible: volver a vestirse de luces.

La muerte de Manuel Granero en 1922 dejó huérfano el toreo valenciano. La afición quedó aletargada, a la espera de un soplo de aire fresco que no llegaría hasta seis décadas después. La irrupción de El Soro despertó a las masas; provocó que la gente volviera a ilusionarse y llenara las plazas en las que el diestro aparecía en el cartel. Ése es uno de sus mayores méritos, arrastrar a la Valencia taurina. Volvían a tener un ídolo y había nacido una religión: el sorismo.

Durante los ochenta y los inicios de los noventa no había cartel en el que El Soro no apareciera. Su raza y pundonor le permitían resolver con extraordinario mérito cualquier toro al que se enfrentara. Pero fue en el tercio de banderillas en el que supuso una revolución. La Moviola (recibir al animal corriendo hacia atrás) y el Molinillo (girar sobre sí mismo hasta clavarlas en lo alto del morrillo) fueron sus criaturas y con las que puso en pie los principales cosos taurinos.

Cuando El Soro toreaba, la vida en su pueblo natal, Foios, se transformaba. Los vecinos seguían con su quehacer diario, pero con el oído listo para escuchar el bando, ya que en él oían los trofeos que el diestro había conseguido. Pero no quedaba ahí la cosa, pues también anunciaba la hora prevista de llegada del torero. Nunca estaba solo; cuando aparecía en la plaza del pueblo un nutrido grupo de vecinos y amigos le esperaban para acompañarle en otro rito que El Soro cumplía a rajatabla: ofrendaba a la patrona, la Virgen del Patrocinio, los ramos de flores que desde los tendidos le lanzaban los aficionados.

Pero fueron las banderillas, aquellas que tantos éxitos le habían dado, las causantes de que su vida se desmoronara. Un mal giro y la rodilla se hizo añicos. Comenzaba entonces un calvario que no tendría fin. A las decenas de operaciones de su vida taurina se le sumarían 37 para recuperar su pierna. Su cuerpo y su mente comenzaban a deteriorarse a marchas forzadas hasta acabar postrado en una silla de ruedas. A pesar de todo, su ilusión por pisar de nuevo el albero le mantuvieron cuerdo. El Soro no estaba acabado.

La fuerza que siempre ha atesorado proviene del lugar que le vio nacer y de sus vecinos, para quienes el diestro fue y sigue siendo un verdadero ídolo. Nunca olvida sus orígenes, y a ellos ha apelado siempre que un obstáculo se le ha interpuesto en su camino. Y han sido muchos. En su muñeca siempre había una goma elástica. Pasaba desapercibida y pocos sabían lo que significaba. Daba igual que vistiera con traje de luces, chaqueta y corbata o de ‘sport’, esa goma siempre estaba ahí y le recordaba las lechugas que había atado en la huerta. Sus raíces.

Pese a las decenas de operaciones quirúrgicas que su maltrecha rodilla llevaba a cuestas, El Soro siempre albergó una esperanza, por pequeña que fuera, de volver a vestirse de luces. Con esa ilusión se plantó delante de Pedro Cavadas. Las diestras manos del cirujano y la fuerza de voluntad del torero hicieron el resto. Obraron el milagro que tanto deseaba: torear en la plaza de Valencia, delante de los suyos. Quería devolverles todo lo que le habían dado.

Sus incondicionales vitorean su regreso, pero una parte de la afición recela y apuesta por una retirada a tiempo. Consideran que su físico no acompaña, que torear con una pierna biónica desvirtúa la fiesta. Pero en el epicentro de todo El Soro quiere prolongar el milagro, no desea que nadie le despierte de un sueño. Su vida está en el albero, vestido de luces.

  • Vicente Ruiz Soro, ‘El Soro’ (Foios, 30 de mayo de 1962).
  • Tomó la alternativa en Valencia el 14 de marzo de 1982 compartiendo cartel con Paco Camino y Pepe Luis Vázquez.
  • Es el único superviviente del fatídico cartel de Pozoblanco. Aquella tarde del 26 de septiembre de 1984 Paquirri murió corneado. Un año después perdería la vida el tercer diestro, El Yiyo.
  • El 16 de marzo de 2015, El Soro vuelve a la plaza de toros de Valencia después de 21 años sin vestirse de luces.