Tomás Trenor Azcárraga

1894 /// 1981
Político

VALENTÍA PARA PEDIR POR VALENCIA

MIGUEL APARICI

Teniente Coronel de Artillería. Académico correspondiente de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana

Valor es lo que se supone a los militares y, no en balde, hay mucho Trenor y Azcárraga militar. ‘Levantarle’ la voz a un general no es nada fácil, puede tener consecuencias. Y si ese general es Francisco Franco, y al poco de acabar la guerra, las consecuencias son previsibles.

Pero un político, en este caso un servidor de la patria de buena familia burguesa y excelente formación, está obligado a decir la verdad; a velar, primero que nada, por sus conciudadanos.

Y por eso el ingeniero y militar Tomás Trenor Azcárraga, alcalde de Valencia y segundo marqués del Turia, cumple con el requisito de la lealtad al mando; aún a sabiendas de que el mando puede considerar sus palabras una ‘deslealtad’.

El embalse del Generalísimo no va a ser, en octubre de 1957, la salvación de la ciudad de Valencia. Caerán puentes, se arrastrarán chabolas y barracas, perecerán personas. Y los campos, en particular a partir del actual complejo (¿inundable?) de las Artes y las Ciencias, quedarán enterrados por el barro.

La capital valenciana, su ciudad como regidor, vuelve a cargar con el peso de otra tongada de tierras coloradas y guardará, en cerámica, la marca húmeda del «hasta aquí llegó la riada».

Nobleza obliga y el marqués de un Turia achocolatado, mal que los árabes lo llamaran blanco, se enfrentará a Madrid; la del pequeño Manzanares.

«Mi general –le podemos imaginar decir–, a Valencia no está llegando la ayuda económica necesaria».

Y eso que entre las nubes grises y el suelo barroso se han movido los helicópteros de la 6.ª flota americana y todos los soldaditos, de mili, de los regimientos urbanos y cantonales; de Paterna y Bétera. Intendentes, panificando a toda hogaza, e ingenieros, atornillando la peatonal pasarela de la Exposición.

Franco ha visitado Valencia y ha recorrido los lugares más críticos de la inundación, pero a la capital no llegan los recursos exigibles. El propio alcalde ha hecho venir de Londres a su hijo ingeniero Fernando, para que le ayude en el recuento de los daños.

Bien sabe Tomás Trenor lo que cuesta tener que levantar una ruina, pues lleva sobre sus espaldas la familiar que le dejó su padre con motivo de la Exposición Regional de 1909. Pero también se sabe parte de una ilustre saga, con un abuelo materno que fue capitán general o ministro de la Guerra cuando la de Cuba y hasta presidente del Gobierno de España, así como hijo de quien fuera teniente coronel de Artillería y presidente del Ateneo y gentilhombre de cámara de Alfonso XIII y hasta hermano de Francisco Javier, el capitán de aviación caído en la contienda fratricida.

Así que levanta la voz y pide para Valencia y ello le cuesta el cargo, junto con el director de LAS PROVINCIAS, Martín Domínguez, y el presidente del Ateneo, Joaquín Maldonado. Todo ello, tras haber empezado con excelente pie su gobernanza en 1955; año en que se ha otorgado licencia para un edificio de veinte plantas en la plaza de San Agustín o en que se ha iniciado el trazado del túnel de las Grandes Vías y han comenzado las obras del nuevo mercado de Ruzafa.

A la postre, en el BOE del 18 de julio de 1975, la resolución de «En virtud de las circunstancias que concurren en D. Tomás Trenor Azcárraga (…) vengo en concederle la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo». Lleva la firma, cuatro meses y dos días antes de su óbito, del mismísimo Francisco Franco.

  • Tomás Trenor Azcárraga (Valencia, 7 de noviembre de 1894 – Valencia, 1981).
  • Primogénito del I marqués del Turia, Tomás Trenor Palavicino, y nieto del general y presidente del Gobierno Marcelo Azcárraga.
  • Ingeniero industrial y militar, pidió la reserva en la II República. Reingresó con la Guerra Civil y se retiró como coronel en 1954.
  • De 1955 a 1958 fue alcalde de Valencia. Cesado tras la riada de 1957, por su enérgica protesta ante la falta de ayudas del Gobierno central.