José Martínez Ruiz, ‘Azorín’

1873 /// 1967
Escritor

La conciencia del 98

Almudena Escrivá

Redactora de Cierre de LAS PROVINCIAS y de lasprovincias.es

Qué muchedumbre de recuerdos los de esta hermosa y clara ciudad! Allí estaban las tiendecillas de los libreros de viejo; allí la Biblioteca Universitaria siempre desierta; allí las fiestas ruidosas, populares y las enramadas de juncias por las calles; allí los extensos paseos por la huerta en las tardes plácidas de primavera; y el atalayar del soberbio panorama desde el Miguelete…» (De la obra ‘Valencia’, 1940).

A José Martínez Ruiz, ‘Azorín’ para los amigos, le gustaba y mucho Valencia. Estaba enamorado de la ciudad, de su ambiente, su olor, del ruido, la comida, el paisaje, de sus gentes. De todo. Y como el gran descriptor del mundo que era, así lo dejó reflejado en sus obras, especialmente, una de ellas, ‘Valencia’. Aunque en ‘Confesiones de un pequeño filósofo’, una de sus más destacadas publicaciones, ya hablaba con cariño de sus viajes desde Monòver.

Azorín nació en este pueblo de Alicante, y como todo hijo de buena familia de la época, se mudó a la ciudad del Turia para seguir sus estudios. Derecho, en su caso, igual que papá. Pepe, como le llamaban en casa, era el mayor de nueve hermanos así que no le quedaba otra. Pero pronto descubrió su verdadera vocación en los cafés cercanos a la facultad. Su mente y su corazón se alejaban de las leyes y se acercaban más a la crónica periodística, las tertulias y la literatura. De hecho, sus dos primeras novelas las escribió ya durante el Bachillerato.
Al igual que sus escritos -coqueteó con todos los géneros literarios-, su ideario político fue de lo más variado con el paso de los años. Comenzó con inclinaciones anarquistas y poco a poco se fue instalando en el conservadurismo.

Quizá no fue el escritor más destacado de la Generación del 98, pero sí el más representativo. De hecho, él mismo acuñó esa denominación, él es el 98, y, lo definió y defendió, y desde ese grupo, reaccionó con contundencia contra la prosa de la época, y frente al heroísmo del XIX, reclamó la sencillez y la autenticidad. Y creó un estilo que supuso una auténtica revolución estética.
Le obsesionaba el tiempo, la caducidad y ruina de las cosas. Y lo reflejaba hablando y recordando las costumbres ancestrales de los campesinos, la preocupación por la identidad de un pueblo, la contemplación emotiva del paisaje, como si pretendiera, al escribirlo, que esas estampas perdurasen para siempre.

Describió con extrema minuciosidad paisajes y gentes, con cierto tono melancólico. «Campos de naranjos y gente afanosa. Aquí fue Valencia. En este mismo ámbito -el Turia corre por el naranjal-, el azul Mediterráneo se columbra. La canción de los recolectores en el aire y millares de esferitas áureas en los serones. El naranjal es simétrico. La flor es blanca, de un aroma que embriaga. Y su zumo aplaca nuestros nervios en las crisis dolorosas».

Azorín nació en el XIX, pero su pensamiento bien podría pasar por el de cualquier joven intelectual de hoy. A su nivel, y en su contexto, fue un visionario, incluso un revolucionario, alejado de todo conformismo. Ya entonces creía, defendía y perseguía el progreso y le pedía a su amigo y compañero de Generación Unamuno «un lazo sutil que nos una a Europa». Y con su novela más famosa, ‘La voluntad’, dio un toque de atención a sus coetáneos. Con ella transmite un aburrimiento terrible, el fracaso de un hombre inteligente en un pueblo vulgar. Algo que quiere cambiar.

Quizá un Azorín nacido en el siglo XXI habría salido de la facultad de Derecho para unirse a un movimiento social, quizá 15-M, y desde allí, cuestionarlo todo, desde la reflexión y la serenidad que siempre le caracterizaron.

  • José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, ‘Azorín’ (Monòver, 8 de junio de 1873 – Madrid, 2 de marzo de 1967).
  • Novelista, ensayista, dramaturgo y crítico literario de la Generación del 98, con una obra muy extensa.
  • Estudió Bachillerato interno durante ocho años en los Escolapios de Yecla. Cursó Derecho en Valencia, pero se decantó por el periodismo y la literatura.
  • Colaboró con ‘El eco de Monóvar’ y ‘El Pueblo’, de Blasco Ibáñez, hasta que pasó a la prensa de Barcelona y Madrid: ‘La Vanguardia’ ‘El Imparcial’ y ’ABC’, entre otros.
  • Fue cinco veces diputado.