Ruperto Chapí

1851 /// 1909
Compositor

MÁS ALLÁ DE ‘LA REVOLTOSA’

JUSTO ROMERO

Crítico y musicólogo

La figura rica y fundamental del villenense Ruperto Chapí ha quedado menguada por el éxito inapelable de ‘La Revoltosa’. Ruperto Chapí Lorente fue, como Tomás Bretón, Francisco Asenjo Barbieri y algunos muy pocos otros, un compositor total cuya influencia en el devenir de la gran música española resultó y resulta esencial. Nombres como Albéniz, Falla o sus paisanos valencianos José Serrano, Manuel Penella y Joaquín Rodrigo son difícilmente explicables sin el precedente de esos selectos ‘zarzueleros’ que fueron, además, músicos de fuste y sabiduría, conscientes plenamente de todo lo mucho que se estaba cociendo en el universo internacional de la música.

Chapí, que en 1893 fundó y se convirtió en presidente de la decisiva Sociedad Española de Compositores -germen de la actual Sociedad General de Autores de España (SGAE)-, era hombre de sólida formación musical y humanística, instruido en Roma, Milán y París, y muy al día de las vanguardias. Creador no sólo de ‘La Revoltosa’, sino también de una extensa y muy variada producción, entre cuyo largo centenar de zarzuelas y óperas aparecen obras reveladoras y de tanto calado como las óperas ‘La Bruja’, ‘La hija de Jefté’, ‘Roger de Flor’ y ‘Margarita la Tornera’, así como cuatro cuartetos de cuerda, páginas instrumentales y piezas orquestales como ‘Fantasía morisca’, ‘La corte de Granada’, ‘Polaca de concierto’, el poema sinfónico ‘Los gnomos de la Alhambra’ o la raramente programada ‘Sinfonía en Re menor’.

Además de muy influyente, Chapí fue una figura extraordinariamente generosa con sus contemporáneos. A diferencia de lo que era habitual en el mezquino y sainetero Madrid musical que le tocó vivir y trabajar, y a tono con su condición de honorable artista seguro de sí mismo, el villenense siempre se mostró receptivo y proclive a todo lo nuevo.

Como cuando, ante el bochornoso boicot de casi todos, apoyó sin fisuras al genio ascendente de Isaac Albéniz en su interés por dar a conocer en la capital de España sus óperas tardorrománticas y de tintes wagnerianos.

Frente a tan impresentable vacío al creador de ‘Pepita Jiménez’ y de ‘Henry Clifford’, el juicioso y generoso Chapí fue el único en Madrid que supo percibir y apoyar la entidad de la novedosa lírica albeniciana y defender su programación en la capital del país. Así se desprende de la carta que el 18 de mayo de 1902 Albéniz remite a su esposa Rosina Jordana, en la que le cuenta con entusiasmo que se ha reunido con Chapí, «quien me acaba de confesar su voluntad de que ‘Merlin’ se estrene en Madrid entre octubre y diciembre de 1902».

No menor fue su decidido apoyo al joven Manuel de Falla cuando éste era aún estudiante en el Conservatorio de Madrid. Luego, años después, muerto ya Chapí -en 1909, sólo unas semanas antes que su amigo Albéniz-, Falla dejará escritas una sentidas y definitorias palabras acerca del carácter sencillo de «quien tanto valía y que tan poco se hacía valer». Hora es ya de que melómanos, intérpretes y programadores se abran al conjunto de la obra del ‘malapreciado’ compositor villenense.

  • Ruperto Chapí Lorente (Villena, 27 de marzo de 1851 – Madrid, 25 de marzo de 1909).
  • Con 6 años comienza a estudiar solfeo y cornetín con su padre, José, barbero de profesión. A los 9 ingresa en la banda Música Nueva (actual Municipal de Villena), que llega a dirigir con 14 años.
  • En 1867 se traslada al Real Conservatorio de Música de Madrid y después completa sus estudios en Roma, Milán y París.
  • Se consolida como uno de los compositores más destacados, con obras líricas como ‘La tempestad’ (1882), ‘El rey que rabió’ (1891) y ‘La Revoltosa’ (1897).
  • ‘Margarita la Tornera’, su última ópera, es estrenada en 1909, un mes antes de su muerte. En 2003 sus restos son exhumados y trasladados a Villena.