Luis Suñer Sanchis

1910 /// 1990
Empresario

TODO POR ALZIRA

MANUEL GARCÍA VICENTE

Delegado en Alzira de LAS PROVINCIAS

Un cuarto de siglo después de su fallecimiento –se cumplieron 25 años el pasado 22 de agosto–, la figura de Luis Suñer Sanchis sigue siendo una de las más interesantes de toda la historia de la ciudad de Alzira y, con pocas dudas para muchos historiadores y estudiosos, la más destacada de todo el pasado siglo XX. Y es que la trayectoria humana y profesional del industrial abarcó buena parte de la centuria y dejó una huella que aún se conserva nítidamente en la capital de la Ribera Alta: en la avenida que lleva su nombre, en centros educativos o en el estadio de fútbol con el nombre de su hijo Luis Suñer Picó, fallecido a temprana edad.

Luis Súñer Sanchis

Fue un hombre hecho a sí mismo, trabajador, terco en sus ideas y visionario en muchos aspectos, pero, a la vez, en ocasiones despótico en las formas y paternalista con su ciudad, ya que consideraba sus hijos a los trabajadores de sus exitosos negocios.

Pese a que, según cuentan muchos de quienes lo conocieron, se autodefinía como republicano, supo cobijarse a la sombra del franquismo y nacer, crecer, desarrollarse y, finalmente, desaparecer prácticamente a la par que el régimen. Tras la Guerra Civil, se puso al frente de la empresa fundada por sus padres y demostró su viveza a la hora de afrontar un negocio. Se relacionó con las altas esferas franquistas para lograr impulsar con éxito Cartonajes Suñer, su empresa señera, que logró adaptarse a la necesidad de cada cliente y sector, ya fuese el farmacéutico o el alimentario. El ejemplo de Suñer fue utilizado por el régimen, con visita incluida del jefe del Estado para resaltar las bondades de cómo debía ser un empresario.

El crecimiento de sus negocios iba en paralelo al desarrollo económico español de la época. En la posguerra, con escasez de medios, ingenio para resolver estas carencias y un mercado poco exigente que permitía estas taras de sus empresas, muchas veces solucionadas de maneras ingeniosas, supo poner los cimientos de su emporio empresarial. Decidió que sus empresas estuvieran ubicadas en su ciudad, aunque sus productos traspasaron las fronteras alcireñas.

El hecho de invertir en Alzira y hacer que la ciudad se desarrollara era un motivo de orgullo para «don Luis», como aún hoy lo llaman quienes lo conocieron. Él aceptaba las muestras de reconocimiento que recibía y la admiración, cuasi regia, que generaba a su paso. A su vez, el empresario respondió a su ciudad de una manera más que generosa. Desde ayudas individuales a los trabajadores que le pedían respaldo económico para afrontar una enfermedad, pasando por la cesión de la actual sede de la Sociedad Musical de Alzira o apoyos a las mejoras de templos.

La riqueza de la figura de Suñer y su interés para los historiadores también ofrece la posibilidad de estudiar la relación con unos incipientes sindicatos de la época a quienes, como a todas las voces disonantes, recibió con tácticas de desgaste (como no permitirles sentarse en reuniones de cinco y seis horas), pero dejando finalmente el mensaje de que quería lo mejor para los suyos, sus trabajadores.

Su declive comenzó también a sentirse tras el fallecimiento de Franco en 1975. Suñer ya no tuvo la capacidad de enfrentarse a los nuevos retos de medirse a empresas nacionales e internacionales con unas reglas de juego diferentes. Su secuestro de 90 días en 1981 por ETA fue el canto del cisne de un empresario con luces y sombras que en los ochenta se mantuvo gracias a los helados Avidesa y palió con este producto las pérdidas de los otros en los que se introdujo con escaso éxito, como el de los platos precocinados, con lo que demostró que sus mejores días en lo empresarial y lo personal, ya eran historia. Pero aún hoy sigue siendo un referente en la trayectoria vital de la capital de la Ribera Alta, donde todavía es muy recordado por su generosidad.

  • Luis Suñer Sanchis (Alzira, 19 de marzo de 1910 – Alzira, 22 de agosto de 1990).
  • Destacó por negocios como Cartonajes Suñer y Avidesa. Sus empresas comenzaron a destacar de manera paulatina a partir de la década de los cincuenta.
  • Apoyó a gran cantidad de entidades locales como la Sociedad Musical de Alzira o el club de fútbol local, la UD Alzira.
  • La difusión de su volumen de negocio, incorporado como ganancia personal, le puso en el punto de mira de ETA, que lo secuestró en 1981.