Luis Francisco Esplá

1958
Torero

EL TOREO ILUSTRADO

PEDRO TOLEDANO

Columnista de LAS PROVINCIAS

Es relativamente sencillo escribir el perfil biográfico de quien tiene biografía contenida en unos pocos trayectos, unas cuantas acciones relevantes, o no tanto, y algunos gestos recordados. No es el caso de Luis Francisco Esplá, ni como persona, ni como personaje, ni como torero ni ciudadano.

Obviaré los detalles de su larga carrera como lidiador, pues ya se han contado sus primeros pasos infantiles y juveniles, junto a su hermano Juan Antonio y guiados ambos por la mano firme de Paquito Esplá, su padre. A nadie se le escapa la corta fase de novillero, donde empezó a enseñar los tesoros recogidos a temprana edad, en el espejo del padre, en las enseñanzas de los libros y en las palabras de los entendidos.

Cómo olvidar su doctorado en la plaza de toros de Zaragoza de la mano del maestro Paco Camino o su confirmación en Madrid oficiando la liturgia el personalísimo Curro Romero. Tenía por esas fechas 18 años y ya ponía sobre el tapete cosas de la tauromaquia de siempre, ésa que no muere, que está escrita con letras de oro en la memoria, en los Cossíos y en los veneros de la tradición.

Hay que decirlo desde el principio: Luis Francisco Esplá ha sido un torero que ejerció de clásico, que reinventó el capote, engrandeció el segundo tercio y se aplicó a la muleta con denuedo, le costaba mucho al principio, hasta delinear una teoría muleteril seria, de perfiles antiguos. En Madrid, la plaza más exigente del mundo, lo entendieron a la perfección hasta convertirlo en uno de sus estandartes preferidos.

Para el recuerdo aquellas tardes con los victorinos o la despedida por la puerta grande tras la inmejorable faena al toro ‘Beato’. Pero no fue sólo Madrid quien pudo asomarse al manual del torero de Alicante. Esa intensa percepción de los sitios y las distancias, ese modo impecable de dirigir la lidia sin pausas, sin estridencias, con solera y entendimiento, han sido elementos precisos de su manera de ver las cosas en cuantas plazas toreó. Y toreó en todas. Y en todas hay una retina esperando recuperar el viento de su diversidad, su ortodoxia y su sabiduría. Entre ellas, la nuestra, que quedó prendada aquella tarde en la que casi inmortalizó a ‘Dadito’, de Miura.

Como ser humano es casi un calco de sus expresiones taurinas, porque el molde como persona venía formándose en las enseñanzas antiguas y de poderosa influencia. Eso que se llama respeto, comprensión, sensibilidad, cordura. Como no podía ser de otro modo se fue formando desde siempre para aprender con los demás las partes de la vida que merecen ser aprendidas. Y se licenció en Bellas Artes porque no podía licenciarse en otra cosa. Era lo que mejor le cuadraba. Y desde esa atalaya, variopinta, enriquecedora y expresiva, ha ido creando ese código que le identifica, le concierne y le explica.

Acabar un breve perfil biográfico con una frase redonda suele ser moneda de uso común. Algunas responden a la verdad esencial, otras se cuelan de rondón y muchas son retórica de circunstancias. Pero, ¿quién puede negar que Luis Francisco Esplá ha sido espejo donde reflejar la tauromaquia y persona en la que mirarse para crecer?

  • Luis Francisco Esplá Mateo (Alicante, 19 de agosto de 1958).
  • Debuta con picadores y toma la alternativa en 1974 en Zaragoza, con Paco Camino como padrino y con el Niño de la Capea de testigo.
  • Confirmación en Madrid en 1977, apadrinado por Curro Romero y con Paco Alcalde como testigo.
  • Se despide en Las Ventas en 2009, aunque reaparece en Alicante un año después para darle la alternativa a su hijo Alejandro. En ese mismo 2009 recibe la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, disciplina de la que es licenciado.