Joaquín Sorolla

1863 /// 1923
Pintor

EL COLOR MÁS PROFUNDO, ENTRE LA TELA Y EL ALMA

FELIPE V. GARÍN LLOMBART

Catedrático de Historia del Arte. Director honorario del Museo del Prado

Joaquín Sorolla Bastida forma parte, como su amigo Vicente Blasco Ibáñez, de las más sólidas y arraigadas mitologías de su tierra, como ya lo dijo hace unos años Vicente Aguilera Cerní –uno de los críticos valencianos de arte más agudos del siglo XX-.

Joaquín Sorolla

En efecto, superando dificultades familiares desde muy niño, se procuró –le procuraron viendo sus aptitudes- una formación muy completa que incluyó la Escuela de Artesanos y la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, a lo que habría que añadir no sólo sus años de pensionado en Roma por la Diputación Provincial de Valencia sino también sus frecuentes visitas al Museo del Prado, donde estudiaba y copiaba a quien sería su maestro más importante: Diego Velázquez.

A esto debería sumarse, en sus primeras décadas y hasta que consiguió un estilo propio, su capacidad de absorber las cualidades y magisterio de sus profesores y amigos, como Muñoz Degrain, Ignacio Pinazo, Emilio Sala y Antonio Cortina, entre otros, sin olvidar a sus profesores de San Carlos. A todos ellos recordará emocionadamente en su importante discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, leído póstumamente.

Si a eso unimos un momento cultural y literario particularmente fecundo en Valencia en el último tercio del siglo XIX y primer tercio del XX, donde procuró vivir hasta que, en razón de sus compromisos cada vez más numerosos e importantes, tuvo que trasladarse a Madrid, sin dejar de visitar con frecuencia y llevar siempre en su memoria a Valencia, sus playas, sus amigos y familiares.

Su estilo ya definido es bien conocido. Sin duda Juan Ramón Jiménez lo sintetiza bien: «Color y solamente color, en apariencia y por placer. Así nos aparece Sorolla, una fuerza de la naturaleza, como el viento, como el fuego. No es el color de un Anglada, es un color más profundo, entre el vestido y el alma». Este eminente Premio Nobel y el alicantino Azorín serán los únicos miembros de la Generación del 98 que comprenderán la auténtica modernidad de Sorolla, el valor de su pintura al aire libre, del primado de la sensorialidad, de la valentía de sus calidades superficiales, frente a un cierto sentimiento trágico de la vida.

Esas notas diferenciales estarán presentes en sus obras a partir de 1899, cuando tras pintar ‘La vuelta de la pesca’ en 1894, realiza ‘Triste herencia’ y la presenta –no sin grandes dudas- en la Exposición Universal de París de 1900 obteniendo el Grand Prix. Como consecuencia de ese éxito, Valencia le nombra hijo predilecto y le dedica una de ?sus mejores calles.

Comienza a partir de entonces una década que podríamos llamar prodigiosa con una vorágine de exposiciones internacionales y de premios, recompensas y condecoraciones. De las celebradas en Berlín en 1908 y Nueva York en 1909, prolongada esta última después en Búfalo y Boston, surgirá la encomienda más importante de su vida: la ‘Visión de España’ que Archer M. Huntington le encarga para la Biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York. Serán catorce grandes lienzos, donde con un criterio estrictamente plástico, es decir priorizando el valor absoluto del trazo o de la mancha, busca cuadros, no tanto realidades sociales, teniendo sin embargo en cuenta el lugar a donde va destinado el trabajo y el interés de esa época en Europa por estudiar las diferencias regionales para presentarlas como contrapunto al auge imparable de la modernidad e industrialización uniformadora de las ciudades. Lo realiza entre 1911 y 1920 con un esfuerzo agotador, recorriendo las regiones españolas y pintando en vivo ese conjunto.

Ese mismo año sufre una hemiplejia pintando un cuadro en su jardín y fallecerá en el verano de 1923 en la casa de su hija María en Cercedilla (Madrid).

  • Joaquín Sorolla Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 – Cercedilla, 10 de agosto de 1923).
  • En sus inicios compartió estudio en la planta baja de la calle Avellanas con José Vilar y Torres, los hermanos Benlliure e Ignacio Pinazo.
  • En 1883 consiguió una medalla en la Exposición Regional de Valencia y, en 1884, alcanzó la gloria al conseguir la Medalla de segunda clase en la Exposición Nacional.
  • En 1888 contrajo matrimonio con Clotilde García en Valencia. En 1889 se instalaron en Madrid.
  • Expuso su obra en Nueva York en 1909 y cosechó un éxito sin precedentes.
  • En 1911 firmó un encargo para la Hispanic Society of America por el que realizaría, hasta 1920, catorce murales que decorarían las salas de la institución: se conocen como ‘Visión de España’.