Escritor
¿UNA PASIÓN INÚTIL?
VICENTE NAVARRO DE LUJÁN
Conocí a Joan Fuster en los años setenta, siendo yo un estudiante de Derecho, en aquellos años creativos y confusos donde la más diversa gente se agrupaba y reunía con el denominador común de oponerse al franquismo, aun cuando sus ideologías y objetivos políticos de futuro fueran bien diferentes. Nadie me podría decir a mí en aquellos años que, décadas más tarde, me incumbiría la tarea de ayudar, desde la Dirección General del Libro, al adecentamiento y puesta en servicio de su casa de Sueca, convertida en un gran centro cultural en el que se reúne un inmenso material fruto de su etapa de erudito muy bien relacionado y con inmensas inquietudes.

Su propia biografía refleja la complejidad de nuestra tierra valenciana y la diversidad de las gentes que la habitan, porque él mismo fue fruto, como todos lo somos de alguna forma, de las contradicciones que componen la esencia de cualquier ser humano. La puerta misma de su casa mantenía en su dintel una imagen religiosa, memoria de una de las actividades de su padre, imaginero, a quien le cupo ser alcalde de Sueca en los primeros tiempos de Franco, evocación vital que estaría sin duda siempre presente en la mente de Fuster, pero que no le impidió desarrollar su propio itinerario personal, desde el casi obligado encuadramiento juvenil en Falange hasta una creciente preocupación intelectual que le llevaría a interesarse por su tierra, Valencia, primero desde círculos de regionalismo, para pasar luego a proponer toda una construcción teórica acerca de la esencia de lo valenciano con la publicación de su obra ‘Nosaltres, els valencians’ en 1962. Este ensayo, tras más de dieciséis publicaciones previas, fue sin embargo su aportación más decisiva a un debate que aún sigue vigente: ¿Qué somos y quiénes somos los valencianos?
Su contenido se prestaba a la polémica, como así sucedió, puesto que Fuster aboga por una esencia de lo valenciano en la que queda excluida la aportación castellana fruto de diversas presencias en la repoblación de los territorios valencianos reconquistados en el Medievo e incluso valora como positiva la expulsión de la población morisca en esa necesidad de mantener lo genuino, que no sería otra cosa sino la integración de los valencianos en un proyecto más amplio determinado por la comunidad de la lengua: los países catalanes, a los que nuestro autor pone denominación, luego repetida por el nacionalismo y la izquierda.
Acaso el proyecto fusteriano, que sirvió como revulsivo para generar un interesante debate académico, ignoraba la realidad de un pueblo caracterizado por su mestizaje cultural, cuyo exponente político contemporáneo había sido el significativo blasquismo, nada dado a aventuras segregacionistas, y ya en democracia la efímera aventura de Unión Valenciana, fenómenos en ambos casos muy ajenos al sentimiento nacionalista, como luego demostraron las sucesivas citas electorales. Sin duda Fuster fue uno de nuestros grandes intelectuales contemporáneos, mucho más valorado y conocido fuera que en su propia tierra, un pensador que soñó, y cuyas visiones oníricas han constituido de algún modo una pasión inútil.
- Joan Fuster i Ortells (Sueca, 23 de noviembre de 1922 – Sueca, 21 de junio de 1992).
- En 1943 empezó Derecho en la Universitat de València y combinó estos estudios con el oficio de crítico y columnista.
- En 1962 publica su obra clave, el ensayo ‘Nosaltres, els valencians’.
- En 1975 le fue concedido el Premio de Honor de las Letras Catalanas. A título póstumo la Generalitat le concedió la Alta Distinción al Mérito Cultural.