Ignacio Pinazo

1849 /// 1916
Pintor

EL PRECURSOR DE LA PINTURA MODERNA

JAVIER PÉREZ ROJAS

Codirector de la Cátedra Pinazo de la Universitat de València, especialista en arte de los siglos XIX y XX y autor de varios estudios monográficos sobre Ignacio Pinazo

Valencia fue un centro clave en la evolución de la pintura española de la segunda mitad XIX. Una serie de artistas nacidos entre 1840 y 1850 dieron un gran impulso a su arte, creando un terreno más fértil y propicio para las futuras generaciones. Los artistas valencianos de esta primera fase, Pinazo entre ellos como un protagonista excepcional, comienzan a romper estereotipos para abrir vías hacia un naturalismo con el que se identifica plenamente el espíritu creador valenciano. La juventud de Pinazo es un ejemplo de vocación y esfuerzo desde la más temprana edad, desempeñando todo tipo de oficios manuales, hasta poder concluir su aprendizaje en la Escuela de Bellas Artes.

La estancia en Italia formaba parte de la política de fomento artístico oficial. Pinazo aspira a completar su formación con la pensión de la Diputación de Valencia, que consigue en 1876. Ya había realizado un primer viaje a Roma en 1873 por cuenta propia. Es poco lo que se conoce de Pinazo anterior a su primer viaje, aunque su modo de pintar, basado en el predominio de la mancha ya estaba definido en esas fechas, pero se reafirma y evoluciona con el impacto que le causaron las obras de Fortuny y Rosales, sus dos guías principales de la pintura moderna en ese momento. Pinazo madura en Italia una visión nueva de la naturaleza. Allí comenzó a interesarse más por la pintura al aire libre y la visión bucólica campestre. La madurez y grandeza del pintor valenciano pronto se concreta, pintando en Roma auténticas obras maestras que impresionaron cuando fueron mostradas, como los emblemáticos lienzos de las hijas del Cid o del Rey don Jaime.

Pinazo practicó con similar fortuna todos los géneros, pero fue en el retrato donde su arte se impuso de manera arrolladora, y es gracias a la práctica de esta arriesgada especialidad como consiguió un reconocimiento que nadie había alcanzado hasta ese momento, al obtener una primera medalla en la Exposición Nacional de Madrid de 1897 con el retrato del comerciante valenciano José María Mellado. Sus retratos daban continuidad a la gran tradición de la pintura del Siglo de Oro, pero lo hacían desde una perspectiva innovadora e integradora de las nuevas corrientes que había desarrollado la pintura del fin de siglo.

Fue también un pintor de la vida moderna y lo fue igualmente de la vida tradicional. Su pintura era en esencia realista, interesándose por la vida que fluye y se despliega a su alrededor. Hasta ese momento muy pocos artistas habían captado con tanta agudeza psicológica la vida popular valenciana como lo hace Pinazo, con un estilo tan audaz y desenfadado al que llega como síntesis y manifestación de su propio dominio. Conciliar virtuosismo técnico, con una profunda reflexión y teorización del arte y la vida, es otra de las constantes del arte de Pinazo. Su discurso académico sobre ‘La ignorancia en el arte’, que no se publicó hasta 1912, es un fiel reflejo de su hondo sentido crítico y grado de exigencia. La obra de Pinazo no se descubre en un primer golpe de vista; requiere un esfuerzo de la mirada para desentrañar y apreciar los infinitos matices que condensa a través de una sola pincelada, pero una vez adentrados en su mundo se descubre un universo plástico fascinante, que nos lleva del naturalismo a un emotivo mundo expresivo que lo sitúa más allá del impresionismo que él había desarrollado tempranamente en Valencia.

  • Ignacio Pinazo Camarlench (Valencia, 11 de enero de 1849 – Godella, 18 de octubre de 1916).
  • De muy modesta cuna, desempeñó varios oficios mientras cursaba estudios nocturnos en San Carlos.
  • Medalla de honor (1912), tras las cuatro de oro y plata.
  • Entre sus obras más memorables se encuentran ‘Las hijas del Cid’, ‘Desnudo de frente’, ‘Los últimos momentos del rey Don Jaime’ y ‘Salida de misa mayor en Godella’.