Arquitecto
UN ARQUITECTO DE SU TIEMPO
ÍÑIGO MAGRO
Francisco Mora Berenguer fue, sin duda, uno de los arquitectos más influyentes de Valencia en la primera mitad del siglo XX. Desde su cargo de arquitecto municipal –jefe del Ensanche– al que accedió en 1901, tuvo la oportunidad de realizar algunos de los proyectos más importantes de la ciudad: el nuevo ayuntamiento de Valencia (proyectado en 1905 y terminado en 1929, el mismo año en el que Mies van der Rohe construyó el pabellón alemán de Barcelona); el Palacio de la Exposición Regional (1909); y el Mercado de Colón (1916). Una pequeña muestra de la calidad de algunas de sus obras.
Mora fue el arquitecto de la burguesía valenciana. Es por eso por lo que a través de diferentes estilos –neorrenacentistas en la fachada del nuevo ayuntamiento, neogóticos en el Palacio de la Exposición Regional o incluso modernistas en el Mercado de Colón–, Mora intentó utilizar la ‘arquitectura oficial’ como vehículo transmisor de determinados valores de la clase social dominante. Sin embargo, ésa no fue su única aportación a la arquitectura valenciana. Existe ‘otra’ arquitectura, no tan conocida, pero mucho más interesante que, desde su racionalidad constructiva, se alejaba de aquellos lenguajes ampulosos y retóricos utilizados en sus proyectos institucionales.
Esa ‘otra arquitectura’, más modesta, estuvo basada en la utilización de materiales que, como el ladrillo cerámico visto, le permitieron profundizar en determinados conceptos constructivos que darían lugar a lenguajes más ‘racionales y austeros’. Esa sinceridad constructiva le llevaría a entender los aspectos decorativos como resultantes de la propia expresión tecnológica del proyecto: «El detalle decorativo surge casi por sí solo, de su propia forma constructiva».
Sería en ese terreno donde se evidenciarían las conexiones con la obra de uno de sus maestros: Lluís Domènech i Montaner. El Domènech de la Editorial Montaner i Simón (1885), o el del café-restaurante para la Exposición Internacional de Barcelona de 1888. En estos edificios, que por otra parte evocaban formas entresacadas del gótico civil valenciano (concretamente de la Lonja), encontró Mora la base para esa «otra arquitectura» menos conocida pero más interesante por su racionalidad y compromiso constructivo.
Las obras que con mayor claridad expresaron ese compromiso fueron el Hospital de San Juan de Dios en la Malvarrosa (1907), y la Escuela Industrial (1917-1934) en la avenida del Antiguo Reino, siendo este edificio el que, a mi juicio, se podría considerar como una de las manifestaciones más coherentes de su arquitectura racional. No obstante, el ‘neomudejarismo’ sutil de sus fachadas, nos remitía a esas ideologías dominantes que proponían la recuperación de formas arquitectónicas pertenecientes a tradiciones genuinamente nacionales.
Porque Mora, hombre culto y arquitecto ecléctico, transitó sin problemas por diversos estilos, utilizándolos a cada momento en función de circunstancias y conveniencias…
Finalmente, como tantos otros arquitectos de principios del pasado siglo, ‘intentó’ afrontar los retos de la arquitectura moderna… En 1935, como presidente del Consejo Superior de Arquitectos Españoles, participó en el Congreso Internacional de Arquitectura celebrado en Praga y tuvo la oportunidad de conocer la ‘moderna’ arquitectura europea. Sin embargo, a su regreso –incapaz de asimilarla y con cierta ironía– sentenció: «Seamos de nuestro tiempo, tenemos que evolucionar… pero sin despreciar los estilos de las más puras tradiciones…».
- Francisco Mora Berenguer (Sagunto, 7 de septiembre de 1875 – Castellón 24 de enero de 1961).
- Estudió Arquitectura en la Escuela de Barcelona y en 1901 obtuvo la plaza de arquitecto municipal de Valencia.
- En 1930 se convierte en presidente del Círculo de Bellas Artes; en 1934, presidente del Consejo Superior de Arquitectos Españoles; en 1945, presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.
- En 1961, cuando regresaba del Liceo de Barcelona tras una ópera de Wagner, encontró la muerte en un accidente automovilístico.