Fernando Vizcaíno Casas

1926 /// 2003
Escritor

LA TRIUNFANTE INCORRECCIÓN

ALBERTO ASENSI VENDRELL

Columnista de LAS PROVINCIAS

Crítico de cine; columnista en LAS PROVINCIAS, entre otros medios impresos diarios y semanales; dramaturgo; guionista de cine y televisión; narrador, ensayista: Fernando Vizcaíno Casas hizo con las palabras lo que quiso, lo que le apetecía en cada época de su vida. Fue dueño soberano de la prosa. La puso a su servicio y al de millones de lectores. Polifacético y prolífico: cuatro millones de libros vendidos.

Fernando Vizcaíno Casas

Y entre tanto género y subgénero literario, el que nos convirtió a muchos en seguidores incondicionales fue su narrativa humorística, irónica, mordaz. Lejos de refugiarse en un nostálgico postfranquismo, Vizcaíno Casas defendió siempre lo que él consideraba aspectos positivos de los años 1950 a 1975, y no dejó títere con cabeza exponiendo, con un lenguaje y una imaginación únicos, lo que él consideraba excesos de nuestra transición a la democracia.

Aún recuerdo lo que disfruté en mi adolescencia con ‘Las autonosuyas’ (80.000 ejemplares vendió en los quince primeros días de lanzamiento, en 1981). Esa novela alcanzó fama porque fue llevada al cine por Rafael Gil en 1983.

Ahora asumimos con normalidad nuestro sistema autonómico, pero imaginemos el choque emocional e intelectual que supuso para muchos españoles ver convertidas en territorios con Gobierno y Parlamento propios las que hasta entonces sólo eran provincias o regiones. Vizcaíno Casas plasmó esa perplejidad con un humor único y no del todo irreal: el protagonista de la historia, el alcalde Austrasigildo, convierte su municipio en ente autonómico para asignarse un gran sueldo, personal de confianza, coches oficiales y demás prebendas.

Otro de los especímenes a los que Vizcaíno Casas dedicó puyas literarias (como la novela ‘De camisa vieja a chaqueta nueva’, publicada en 1976) fue el de los «chaqueteros», concepto que algunos seguimos usando, pero que no correspondía entonces a los actuales tránsfugas de un partido a otro, sino tanto a quienes habían disfrutado de algún beneficio durante la dictadura franquista y tras la caída de esta se erigían en fervorosos demócratas con la única intención del beneficio personal, como a quienes habían enarbolado su anarquismo o comunismo durante la oposición antifranquista y dulcificaban sus ideas radicales con tal de obtener alguno de los cargos públicos que con tanta generosidad ofrecía la nueva democracia.

Adonde quiero llegar es que Fernando Vizcaíno Casas fue uno, si no el primero, de los pioneros de lo políticamente incorrecto, de esa aura que rodea a quienes no callan su opinión descarnada contra preceptos sociales y políticos imperantes en cada momento. Aura que atrae tanto admiración, muchas veces silenciosa, como aversión, casi siempre ruidosa y discriminadora.

«Fervor» y «devoción» llamaba a lo que le transmitían sus seguidores. Y no era falta de humildad, como comprobaban quienes acudían a sus sesiones de firmas de libros. «Para estas cosas soy muy tímido», decía. Es significativo el dato, objetivo, de que recibía más de treinta cartas diarias de admiradores, cuando eso aún exigía escribirlas a mano o a máquina e introducirlas en un sobre, franquearlas y echarlas al buzón.

Las palabras de Vizcaíno Casas dejaron de fluir a finales de 2003. Cuánto hubiera disfrutado él, y sus lectores, con la recreación de los casos de corrupción que hemos padecido en los últimos años. Y no digamos con este fenómeno pretenciosamente post-autonómico del independentismo antiespañolista.

  • Fernando Vizcaíno Casas (Valencia, 23 de febrero de 1926 – Madrid, 2 de noviembre de 2003).
  • En 1950 se desplaza a Madrid para estudiar Derecho. Colabora con RNE, LAS PROVINCIAS y ‘Jornada’.
  • Empezó a escribir teatro en 1949. Su carrera como narrador comenzó en 1971 con ‘Contando los cuarenta’. Le siguieron más de medio centenar de novelas, crónicas y guiones.
  • Recibió numerosos premios teatrales y literarios, y en 2002, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.