Empresario
EL GRAN PATRIARCA QUE SACÓ BRILLO AL CEMENTO
BELÉN VÁZQUEZ
Discreto en la esfera pública, pero decidido, ambicioso y visionario en el ámbito empresarial. Así era José Serratosa Nadal (1893-1983) y así es su hijo Emilio Serratosa Riduara. Ambos protagonistas de una saga familiar a la que implícitamente se le reprocha no haber liderado una burguesía empresarial valenciana, que cohesionara y reforzara a la Comunitat. Sin duda, de haberlo hecho, la historia de Valencia se escribiría hoy en otros términos, pero lo cierto es que los Serratosa no se han visto llamados a tal misión de focos y oropeles.
Emilio Serratosa, como ya hizo su padre, ha demostrado ser un gran empresario, que ha gestionado con habilidad y una fuerte dosis de inconformismo sus diversificados negocios.
Su discreción no le ha impedido, cuando ha sido necesario, saltar a las primeras planas de los periódicos. Nunca por sus declaraciones, siempre por sus hechos.
Así, comenzada la época de los noventa se encaró a un entonces todopoderoso Mario Conde, presidente de Banesto entre 1987 y 1993, por el control de Valenciana de Cementos, la empresa que habían creado sus abuelos y su padre en 1917 a partir de una cantera de cal y que era un referente mundial en el sector. Emilio ganó aquel difícil órdago y un año después protagonizó la mayor operación corporativa de Europa al vender Valenciana de Cementos a Cemex por 125.000 millones de pesetas de la época.
En ese momento, Emilio Serratosa tomó la decisión que la familia ha llamado públicamente «parábola de los talentos». Lejos de deleitarse con su patrimonio, optó por seguir creando riqueza a través del ‘holding’ Nefinsa junto a sus cinco hijos, con el que invirtieron en ámbitos en desarrollo como la aviación regional, con Air Nostrum, la distribución de telefonía móvil, con Nefitel, las energías renovables, con Gamesa, o la gestión de proyectos medioambientales.
Y de nuevo sorprendió al mundo financiero cuando en 2002 la familia Serratosa Luján logró por primera vez en España que triunfara una OPA hostil y se hicieron con el control de Uralita, hoy Coemac, y volvieron a sus orígenes: los materiales de construcción.
Aficionado a la caza, Emilio siempre supo cuando atrapar y soltar a la presa. Nefinsa fue desprendiéndose de las participaciones que, o bien no le eran estratégicas o bien no gestionaban. Obtuvo importantes rentabilidades en las desinversiones de Colebega (distribuidora de Coca-Cola, en cuya creación precisamente participó José Serratosa Nadal), Nefitel y especialmente Gamesa.
En 2005, la cifra de negocios consolidada de Nefinsa ascendía a 1.663 millones de euros y gestionaba una plantilla de más de 7.000 personas. Dos años después, se produjo una escisión familiar, quedando sus hijos Javier y Gonzalo en Nefinsa, mientras Pablo, Ana y Begoña creaban el grupo Zriser.
Los últimos años del patriarca de los Serratosa no han sido los más dulces. A la separación de su familia, o quizá debido a ella, se ha unido una crisis que le ha llevado a ceder el control de Air Nostrum y a sufrir con una Uralita reestructurada y reconvertida para hacer frente a su deuda.
La historia final de Nefinsa está por escribir. Pero esos renglones ya no serán de Emilio, que como buen aficionado al arte, siempre ha buscado que sus inversiones, con o sin él, le perduren.
- Emilio Serratosa Ridaura (Valencia, 1937).
- En 1917 sus dos abuelos, José Serratosa Mir y Rafael Ridaura, crean Valenciana de Cementos, empresa de éxito.
- Tras enfrentarse en los noventa a Mario Conde, entonces presidente de Banesto, por el control de Valenciana de Cementos, acabó vendiendo la entidad familiar a la mexicana Cemex en 1992.
- Fundador de Nefinsa. En 1994 lanza la aerolínea regional Air Nostrum y se mete de lleno en la telefonía móvil con Nefitel.
- Entra en Uralita, hoy Coemac, con la primera OPA no solicitada que llega a buen término en España.
- Obtuvo importantes rentabilidades al desprenderse de las participaciones que tenía en Colebega (distribuidora de Coca-Colal), Nefitel y especialmente Gamesa.