Tenista
Y DAVID VENCIÓ A GOLIAT
Mª JOSÉ GRIMALDO
Un hombre que no se rinde. Competidor nato. Leal a los que están a su lado. Así definen a David Ferrer, uno de los mejores tenistas del mundo, quienes bien le conocen. Y prueba de ello da en las pistas este pitbull, en palabras de su colega Feliciano López, que ha ido modelando su carácter con el paso de los años. La de Ferru, apodo que le valió la dureza que transmite en la pista, es una historia de superación. La de un tenista con temperamento que pelea hasta la última bola, rompía raquetas y colgaba pegatinas en el cabezal de su cama con el nombre de otros grandes para tacharlos cuando los doblegaba en la pista. Entre ellos, seguro el de su ídolo de la infancia, Andre Agassi. «Él era Agassi cuando jugaba de pequeño. Tenía camisetas suyas, pantalones… y siempre pedía que se los metieras en la maleta», confiesa su madre. Hasta que David venció a Goliat. Cosechó así uno de sus primeros grandes éxitos al descabalgarlo de la condición de número uno del mundo. Mientras se enfrentaban, el de Xàbia pensó en pedirle un autógrafo en el vestuario.
Pero hasta llegar a la cima que supone haber sido la tercera mejor raqueta del mundo, no todo ha sido un camino de rosas. David, hijo de un contable y una profesora, se inició en el tenis a los ocho años. Lo jugaba su padre, Jaume, y su hermano mayor, Javier, que llegó a ser campeón de España infantil. Memorable fue un partido entre los dos hermanos que perdió el pequeño. «Maneras apuntaba desde niño», recuerdan los suyos. «Se ha criado en el club de tenis. Él se iba solo al frontón y allí pasaba horas y horas. En casa jugaba en una pared y no sé la de veces que nos rompió el farol», señala su padre. Hasta que un campeonato de España sub-15 le cambió la vida. Ferrer decidió a esa edad que quería dedicarse al tenis. «A los estudios puedo volver. Si dejo el tenis, ya no», dijo a sus padres antes de marcharse a Barcelona.
«Siempre ha tenido las cosas muy claras. A malas con él no consigues nada. Como buen Aries, cuando dice que no es que no. Y nosotros pensamos: ‘‘Vamos a probar’’», recuerda su madre. Vinieron entonces momentos difíciles. Muy difíciles. David, que regresó a Valencia tiempo después, competía con jóvenes mayores que él, los triunfos no llegaban y surgió la frustración. Fueron años duros. De interrogantes que hoy lamentaríamos si no hubieran dado sus frutos aquellos encierros en un cuarto oscuro castigado por Javier Piles para que tuviera confianza en sí mismo. O aquella semana en la obra, donde lo mandó su padre, para que llevara y trajera carretillas.
Pero como con Agassi, David volvió a ganar. Superó sus miedos y cosechó a los 20 años su primer triunfo en el circuito ATP. Desde entonces, su carrera ha estado plagada de éxitos. Quizá porque atendió el reto de aquel taxista que lo llevó un día al Club de Tenis de Valencia y le preguntó si conocía a un tal David Ferrer del que hablaba todo el mundo. «Algo he oído», le dijo el de Xàbia. Cuando se bajó del taxi, el conductor le espetó: «¡A ver si llegas a triunfar como él!»
Y vaya si lo ha hecho. Dentro y fuera de la pista, donde además de practicar pádel y ciclismo pasa largas horas leyendo. También en Xàbia, su refugio. El nombre del pueblo que estampa en las cámaras cada vez que gana es parte del secreto de su éxito. Allí vuelve siempre. Con su familia y sus amigos, los mismos desde pequeño. Con ellos disfruta en la peña La Comuna. De los suyos no se olvida nunca. Por eso llama a su madre tras cada partido y escucha siempre la misma frase: «Tu eres molt valent. No canvies». Y puede estar tranquila. Con su gente sigue siendo el mismo. Pero en la pista se transforma y hasta reprende a su padre si se ausenta en un set como en Shanghái, contra Djokovic. Así es David. Un guerrero cuya huella habría sido aún más profunda de no coincidir en el tiempo con Federer o Nadal. Un valenciano al que la historia demostrará que no hay Goliat que se le resista.
- David Ferrer Ern (Xàbia, 2 de abril de 1982).
- Logró su primer título de la ATP en Bucarest con veinte años. Inauguró así un palmarés que incluye tres trofeos de Copa Davis y un subcampeonato de Roland Garros y de la Copa de Maestros. También ha sido dos veces semifinalista del US Open y otras tantas en Australia. Ha disputado siete finales de torneos Masters 1.000, con una victoria en París.
- En 2013 llegó a ser el tercer mejor jugador del mundo.
- Copropietario del Valencia Open con Juan Carlos Ferrero.