Amparo Rivelles

1925 /// 2013
Actriz

SEÑORA Y ‘SEX SYMBOL’DE LA POSGUERRA

ELENA MELÉNDEZ

Periodista y columnista de LAS PROVINCIAS

No entiendo el revuelo causado cuando January Jones o la ex ministra francesa Rachida Dati se negaron a revelar el nombre del padre de sus bebés. Amparo Rivelles ya lo hizo al principio de la década de los cincuenta. Entonces sí que fue un escándalo que la gran dama de la escena zanjó con un «tenía ganas de tener un hijo y no tenía ganas de casarme». Y punto. No fue en lo único que la bella Amparito decidió ponerse la primera de la fila. O mejor, pasar de la fila y recorrer el camino por su cuenta.

Tras su muerte en 2013, a la edad de 88 años, muchos medios la calificaron como la «figura femenina más importante del cine de la posguerra», «la reina de las telenovelas mexicanas» o «la mayor y más brillante de una larga saga de artistas». Yo me quedo con su porte impecable y sensual a lo Rita Hayworth y su gesto rebelde y contestón a lo Sara Montiel. Unos atributos solo superados por su carácter rotundo y su humildad. «Me enteré de que me consideraban una ‘sex symbol’, me lo podían haber dicho antes y me lo hubiera pasado mucho mejor», reconocía en una entrevista de televisión a la vuelta de su aventura mexicana. También me quedo con la larga lista de amores que se le atribuyen a la intérprete, que alcanzó la celebridad con títulos como ‘Eloísa está debajo de un almendro’, ‘Los ladrones somos gente honrada’, ‘El clavo’ o ‘La calle sin sol’. Cuando se le preguntaba por los nombres de éstos, de nuevo rehusaba responder y aclaraba: «No me arrepiento de haber permanecido soltera, es verdad que he tenido unos cuantos hombres a mi lado, pero unos están casados y el resto están muertos. Ni quiero destrozar matrimonios ni hacer que algunos se revuelvan en sus tumbas».

Sólo una vez estuvo a punto de casarse. El afortunado fue Alfredo Mayo, galán de la época, 15 años mayor que la intérprete. Cinco días antes, Amparito anuló el enlace con un «Alfredo es tan guapo que habría sentido celos a su lado toda la vida» y siguió con una trayectoria imparable que se vio recompensada con una extensa lista de reconocimientos, entre ellos el de convertirse en 1986 en la primera actriz galardonada con un Goya por ‘Hay que deshacer la casa’. Amparo, o la Señora, como se le conocía en tierras aztecas, se consideraba a sí misma una cómica, término que se atribuía con orgullo.

También fue ella la que decidió cómo retirarse de las tablas. Escogió una representación de ‘La duda’, pieza a la que tenía especial cariño por ser la última obra que había hecho su padre, Rafael Rivelles. Llevaba una temporada encontrándose regular, pero esa noche se subió de nuevo al escenario y llevó a cabo la actuación, pues ella nunca dejó una representación a medias. Fue durante los aplausos del final cuando dio por concluida su carrera con la misma elegancia y sencillez que la acompañaron durante toda su vida: «Señores, esta noche han visto por última vez en el teatro a Amparo Rivelles».

  • Amparo Rivelles y Ladrón de Guevara (Madrid, 11 de febrero de 1925 – Madrid, 7 de noviembre de 2013).
  • Nacida en el seno de una familia valenciana, fue una de las principales musas del cine español de posguerra.
  • Era conocida como la Reina de las telenovelas o la Señora, en México, donde también obtuvo popularidad.
  • Alcanzó la celebridad con títulos como ‘Eloísa está debajo de un almendro’, ‘Los ladrones somos gente honrada’, ‘El clavo’ o ‘La calle sin sol’.
  • Su última representación en el teatro fue ‘La duda’, obra que había hecho su padre, Rafael Rivelles.