Ramón Gómez Ferrer

1862 /// 1924
Médico

EL PEDIATRA MÁS AMADO

NACHO ORTEGA

Editor de la web de LAS PROVINCIAS

Pocas personas tienen el honor de recibir un gran homenaje público, pero casi ninguna tiene el orgullo de recibirlo en vida y en su propia casa. Ramón Gómez Ferrer lo disfrutó en su ciudad con la inauguración en 1920 de un monumento que aún pervive en la Glorieta y que fue pagado por las madres de Valencia, por las madres de los niños a los que este médico dedicó su sabiduría, sus sentimientos y su vida.

Fue el homenaje de Valencia a uno de sus médicos más ilustres, un homenaje que Gómez Ferrer intentó en su día impedir en una demostración de la humildad que le convirtió en uno de los personajes más amados de su época. El patriarca de la saga de pediatras valencianos ganó con 17 años por oposición una plaza de alumno interno en la Facultad de Medicina, de la que años después acabaría siendo decano.

Con 20 años era licenciado; a los 22, doctor con sobresaliente con la tesis ‘La herencia orgánica desde el punto de vista de la higiene’, y a los 26 se convirtió en el primer catedrático de Enfermedades de la Infancia en la Universitat de València, tras obtener también la plaza en las de Granada y Barcelona.

Gómez Ferrer optó por quedarse en su ciudad natal, donde trabajó incansablemente para curar las enfermedades de la época (tuberculosis, sarampión, poliomielitis, difteria o neumococo). Pero este pediatra, cuya vida fue paralela a la de LAS PROVINCIAS, donde publicó varios artículos, fue sobre todo admirado por la sensibilidad que tuvo con los niños pobres y por su implicación máxima para solucionar los problemas sociales con sus conocimientos: fue presidente del tribunal de menores y niños, luchó por la educación de jóvenes enfermos y sanos y trató de crear sin éxito el primer hospital infantil de Valencia. Además, destacó por sus aportaciones científicas en reuniones nacionales e internacionales, en especial a las enfermedades infecciosas infantiles, y también por su labor asistencial, tanto privada como pública, en la sala de niños del Hospital General de Valencia.

Ramón Gómez Ferrer formó parte del movimiento higienista del siglo XIX que defendió, ante la elevada mortalidad infantil, la necesidad de proteger a los niños pobres o abandonados, víctimas de la revolución industrial, que fallecían a causa del hambre, el trabajo o las pésimas condiciones higiénicas. Se convirtió así en uno de los impulsores de la pediatría y la puericultura y, con ello, en un padre para miles de menores a los que curó y cuidó y en un maestro para todos su alumnos. Tanto quiso a ‘sus’ niños que cuentan que el médico valenciano murió de una neumonía que contrajo al querer ir a socorrer a uno de ellos una fría noche en un coche descubierto.

Casado dos veces, con Amparo Martí y Clara Yagüe, poseedor de innumerables cargos y autor de incontables ponencias, artículos y trabajos, fue nombrado hijo predilecto de Valencia en vida, hijo adoptivo de Mora de Rubielos y fue condecorado con la Legión de honor francesa. Además, inició una saga de médicos pediatras que perdura en Valencia.

Hoy en día, 30 calles, plazas y parques todavía recuerdan a Ramón Gómez Ferrer, el pediatra más querido de Valencia, por lo que fue como médico y, por encima de todo, por lo que regaló como persona y por su altruista interés en mejorar la salud de los niños valencianos.

  • Ramón Gómez Ferrer (Valencia, 21 de diciembre de 1862 – Valencia, 11 de junio de 1924).
  • Médico pediatra, investigador de enfermedades infantiles.
  • Doctor en Medicina y primer catedrático de Pediatría de la Universitat de València.
  • Trató de crear sin éxito el primer hospital infantil de Valencia.
  • Trabajó para evitar la mortalidad infantil en plena revolución industrial e investigó profundamente las enfermedades de los niños.