Manuel Sáez Merino

1924
Empresario

CREÓ TENDENCIA CON SUS VAQUEROS ‘MADE IN SPAIN’

INÉS HERRERO

Redactora de Economía de LAS PROVINCIAS

A su regreso del servicio militar, el fundador de Lois se inició profesionalmente en la confección de ropa, inicialmente de trabajo y, junto a su hermano Joaquín, fue pionero en España en la fabricación de tejido denim, el utilizado para los pantalones vaqueros que llegaban de Marruecos de contrabando y triunfaban entre los jóvenes.

Manuel Sáez Merino

El negocio arrancó en su Millares natal con la colaboración del sastre de la localidad, que les cosía los pantalones, y de una prima, que cortaba las camisas que después cosían mujeres de la zona. Más tarde los hermanos Sáez Merino empezaron a realizar encargos en localidades próximas y, a medida que evolucionaba su proyecto, contrataron vendedores y compraron telares usados para fabricar sus propias prendas.

A comienzos de los años 50, la empresa crecía y Manuel se marchó a Buñol a montar una fábrica. Allí conoció a su futura esposa, Pepita, con la que se mudó a Valencia; tuvieron cuatro hijos –que les dieron doce nietos– y siguen casados en la actualidad.

Siempre volcado en el sector textil, inicialmente con su hermano desde Confecciones Sáez y desde 1976 por separado, sus jeans ‘made in Spain’ crearon tendencia. En 1962 salieron al mercado los primeros vaqueros marca Lois y la emblemática enseña del toro causó furor entre la juventud de medio mundo, al haber logrado traspasar fronteras antes incluso de exportar sus tejanos, gracias al turismo. Con una extraordinaria visión comercial, Sáez Merino fue conquistando mercados y vistió a deportistas como Johan Cruyff o Björn Borg y a músicos como Rod Stewart o los integrantes de Abba.

Al modelo de vaqueros de corte recto que tantas alegrías dio a Lois, unisex, con cierre de botones y cinco bolsillos, sin remaches, se unió más tarde su célebre cazadora Rodeo, más corta de lo habitual y con las mangas largas, fruto de un fallo de producción que desembocó en la moda de doblarse los puños hacia atrás.

En los años 70, con la creciente incorporación de la mujer al mercado de trabajo, lanzó un diseño ceñido hasta la cadera y de pernera acampanada.

A raíz de la separación del negocio, Manuel había conservado el mercado español y Canadá y se lanzó también a la exportación. A partir de ahí, a Lois se incorporaron, progresivamente, otras marcas como Caster, Caroche –de gama alta– o Cimarrón, que arrasó en Japón con su modelo elástico.

El sello valenciano mantuvo su hegemonía hasta que, a finales de los años 80, acusó la competencia de otras marcas y, en 1992, vivió su primera suspensión de pagos. Su apuesta por mantener la producción en España hizo que se viese especialmente afectada por el auge de la importación de productos asiáticos, fabricados con menores costes laborales. En 2002 sus resultados caían un 30 % y dos años más tarde llegaron el cierre de cuatro fábricas, unos 550 despidos y la apertura de plantas en países como Marruecos.

En 2006 hubo una segunda suspensión de pagos, con una deuda declarada de 65,8 millones, más despidos y cierre de plantas, que no lograron evitar que pidiese la liquidación en 2008. Entonces conservaba dos factorías en Benaguasil y Daimiel (Ciudad Real) y unos 350 trabajadores, frente a los 1.700 que llegó a tener, y había vendido sus conocidas marcas a una firma portuguesa.

Pese a ese triste desenlace, Lois es recordada como una de las empresas históricas de la Comunitat Valenciana, de una época en la que los emprendedores lo eran más por instinto y por tesón que por formación o apoyos externos.

Cuentan sus familiares que, a sus 91 años, Vicente Sáez Merino conserva intacta su elegancia y, cada semana, acude fiel a su partida de dominó con amigos.

  • Manuel Sáez Merino (Millares, 14 de marzo de 1924).
  • Estudió teneduría de libros y, antes de dedicarse al textil, trabajó como administrativo municipal. Previamente había alternado la escuela local con la ayuda en el campo y el colmado familiar.
  • Fue pionero en España en la fabricación de tejido denim y de pantalones vaqueros, junto a su hermano Joaquín.
  • Su empresa llegó a tener más de 1.700 empleados y dominó el mercado, pero acusó la competencia de productos asiáticos y en 2008, tras varios ERE, pidió la liquidación.