Juan Gil-Albert

904 /// 1994
Escritor

LA GLORIA LITERARIA QUE LLEGÓ A LOS 70

JAVIER SARTI

Escritor. Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid y Premio Internacional de Relatos Gabriel Miró

Para muchos lectores, hablar de Juan Gil-Albert es hablar de una fecha, 1974. Muy probablemente fue en ese año la primera vez que oyeron el nombre de un autor que ya tenía 70 de edad y habían pasado más de cincuenta desde que apareció su primer libro, ‘La fascinación de lo irreal’. A este volumen habían seguido muchos otros de forma más o menos espaciada, con la sola interrupción de su exilio tras la Guerra Civil española. A su regreso a nuestro país, en 1949, menudea la publicación de su obra poética, que pasa más o menos desapercibida por el decrépito panorama literario español de la época.

Así, alejado de lectores y apenas tolerado por editores, escribe intensamente en soledad páginas que se mueven entre la narración y la evocación, la reflexión y la crítica. Y, siempre, en la más pura tradición grecolatina y mediterránea, con esa sensibilidad epicúrea extrema que convierte sus textos en un canto celebrativo a la vida, a la belleza, a los mitos, a la pureza del amor y al paso del tiempo.

Y es en estos términos y con ese bagaje como, ese año citado antes, 1974, se produce su eclosión definitiva con la aparición de unas obras maestras que había ido fraguando en silencio: ‘Los días están contados’, ‘Valentín’ y, sobre todo, ‘Crónica general’. Con este último título recibíamos el regalo de un Proust propio, cercano, con el que todos los que vivíamos en estas tierras podíamos reconocer sus lugares, pasear sus espacios, transitar por sus vivencias.

En estas obras, Gil-Albert afilaba aún más su prosa densa, a veces barroca, cargada de símbolos y referencias, y culminaba su camino hacia un diario íntimo que, por entonces, no tenía igual en la literatura hispana.

Así, a esa avanzada edad, un autor que no había podido adscribirse a ninguna de las generaciones que habían enmarcado a muchos de sus contemporáneos (ni la del 27, ni la del 36, ni la poesía social de los 50, ni su superación en los 60, ni los ‘novísimos’ de los 70…) se convierte en el vanguardista de una joven familia poética que lo toma como referente. Una generación que parece descubrir entonces, tan tarde, a quien, en medio del horror de la Guerra Civil, había fundado la mejor revista literaria de la zona republicana, ‘Hora de España’, y había sido compañero de Cernuda, Machado, Ramón Gaya y tantos otros cuyos nombres habían permanecido mientras que el suyo parecía haberse perdido en el combate.

Quizá eso fue así porque siempre anduvo solo, sin la compañía de esos camaradas de oficio que se apoyan unos a otros. Pero quizá, también, porque siempre hubo una aparente contradicción en su vida, difícilmente aceptable en esta España siempre partida y dispuesta a las banderías: perteneciente a una de las familias de la más alta burguesía valenciana, nunca dejó de lado unas poses y querencias aristocráticas que le llevaban a glosar el acertado corte de un traje, la buena mesa o las maneras más refinadas y exquisitas de la educación señorial… Mientras que, por otro lado, desde el inicio de la Guerra Civil se proclamó republicano y de izquierdas. Un aparente cruce de actitudes que difícilmente le podía generar amistades o simples compañeros de viaje en un país de tan larga tradición cainita.

No tuvo mucho tiempo para disfrutar de esta recuperación tardía de su nombre, pero en una de las últimas entrevistas que concedió antes de fallecer, una periodista le preguntó: «¿Vale la pena dedicar la vida a escribir si la gloria no llega hasta los 70 años?».

La respuesta fue escueta y rápida: «Sí».

  • Juan de Mata Gil Simón, ‘Juan Gil-Albert ‘ (Alcoy, 1 de abril de 1904 – Valencia, 4 de julio de 1994).
  • Con 9 años se traslada con su familia a Valencia y en 1927 publica sus primeras obras poéticas, costeadas por él mismo.
  • Fundador en 1936 de la revista ‘Hora de España’, tras la guerra se exilia en México y Argentina.
  • Regresa a Valencia en 1947, donde residirá hasta su muerte.
  • En 1974, su obra ‘Crónica general’ lleva su nombre al gran público.