Concha Piquer

1906 /// 1990
Cantante

UNA GRANDE DE LA COPLA

MARTA PALACIOS

Redactora de crónica social y editora de la web de LAS PROVINCIAS

No hay duda de que la voz de Concha Piquer era prodigiosa, ya fuera cantando copla o tonadillas. ‘Ojos verdes’, ‘ El florero, ‘Suspiros de España’, ‘Tatuaje’ o ‘Sin embargo te quiero’ ya han quedado en el imaginario colectivo de la sociedad.

Al igual que su gracia y desparpajo sobre los escenarios: «Es la que más se ha distanciado cantando, con lo que pudo adoptar muchas personalidades, de carácter muy teatral», recordó en una ocasión la también cantante Martirio al hablar su figura.

Es indiscutible, también, que fue toda una valiente al saltar (y triunfar) en los escenarios desde bien niña. Indagando sobre su figura, me sorprendió leer que su debut en el mundo de la música fue con tan sólo 11 años y que ya se perfilaba como una gran artista, algo que después la llevó hasta Estados Unidos, con 16.

Allí, cruzando el charco y muy lejos de su casa, Piquer, que aún era una jovencita, cantó en Broadway y en otros muchos teatros más. Así lo contaba ella misma: «Con 16 años me contrata el maestro Penella para ir a Nueva York; me hace una canción que se llama ‘El florero’, la añade a la ópera de ‘El gato montés’. Debuto en el Park Theatre, tengo un gran éxito y me contratan por cinco años… Al año ya hablo inglés como un loro y ya comienzo a trabajar con infinidad de actores muy famosos».

Y después, regresó a España, continuando con sus éxitos y llenando salas en Madrid, Barcelona, Vitoria… Piquer se pasó toda su vida artística viajando, de arriba a abajo, paseando por el mundo con orgullo la canción española. De ahí que pronto se hiciera famosa aquella frase que, quien más o quien menos, ha dicho en alguna ocasión: «Viajas más que el baúl de la Piquer».

Su hija Concha Márquez Piquer, en una entrevista concedida en 2008 a LAS PROVINCIAS, ya contó con gracia el porqué del dicho: «Mi madre viajaba con un montón de baúles. Además de los suyos, que eran enormes, estaban los de la compañía, que podían llegar a ser setenta. Y a eso había que añadir los de la casa, porque ella alquilaba siempre una casa allá donde iba de gira y se lo llevaba todo: ropa de cama, de mesa… Y luego estaba mi padre, que siempre acarreaba con él dos baúles llenos de aceite de oliva de la marca Ybarra. A todo eso había que sumar a mi perro, Tico, y al canario de mi madre, que se llamaba don Marcelo», contó.

Fue una artista muy querida y admirada, sobre todo en su tierra. ¿Quién no recuerda aquel ninot de la reina de la copla, realizado por el artista Paco López Albert para la falla de Convento Jerusalén-Matemático Marzal y que se indultó por la Junta Central Fallera tras los votos de los valencianos en 2008? Para aquella ocasión, ‘Lliçó de cant’ reprodujo la figura de la cantante, con traje corto y tocada con un mantón de manila. Concha Piquer aparecía dando una lección de canto a una niña que, vestida de valenciana, aprendía a cantar ‘La Maredeueta’. La niña, al ser muy pequeña de estatura, se encontraba subida para el ensayo sobre el famoso baúl de la artista, mientras que un fallerito sujetaba en brazos a la Virgen de los Desamparados.

Por todo ello queda de sobra comentar que ‘la Piquer’ fue un genio con mayúsculas, un mito de la canción española antes y después de su muerte. Una mujer con garra, como muchos la recuerdan, que supo llevar su pasión a lo más alto y que traspasar fronteras portando el nombre de Valencia mucho más allá de nuestra tierra.

«Una gran señora», así la describía Juanita Reina, además de destacar de ella su «gran personalidad y temperamento»; o «Concha era algo aparte», llegó a decir Imperio Argentina en una ocasión. Porque a Concha se le quiere y se le respeta… «Es una escuela del canto».

  • Concepción Piquer López (Valencia, 13 de diciembre de 1906 – Madrid, 12 de diciembre de 1990).
  • Cuando tenía 11 años hizo su debut en el teatro Sogueros de Valencia y con 16 se marchó para triunfar en Estados Unidos.
  • Famosos son sus éxitos ‘Ojos verdes’, ‘El florero’, ‘Suspiros de España’, ‘Tatuaje’ y ‘Sin embargo te quiero’.
  • La cantante valenciana protagonizó la primera película sonora de la historia en 1923, cuatro años por delante de la mítica ‘El cantor de jazz’. Fue una cinta de Lee De Forest.